martes, 2 de noviembre de 2010

La voz dormida

La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia. Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en
voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca, se le escapaba un Ay madre mía de mi vida
que aún no había aprendido a controlar, y lo repetía casi a gritos sujetándose el vientre. Se
pasaba gran parte del día escribiendo en un cuaderno azul. Llevaba el cabello largo, anudado
en una trenza que le recorría la espalda, y estaba embarazada de ocho meses.
Ya se había acostumbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se había acostumbrado. Y
había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo
más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones. Y tenía hambre, y frío, y le dolían las
rodillas, pero no podía parar de reír.
Reía.
Reía porque Elvira, la más pequeña de sus compañeras, había rellenado un guante con
garbanzos para hacer la cabeza de un títere, y el peso le impedía manipularlo. Pero no se
rendía. Sus dedos diminutos luchaban con el guante de lana, y su voz, aflautada para la
ocasión, acompañaba la pantomima para ahuyentar el miedo.
El miedo de Elvira. El miedo de Hortensia. El miedo de las mujeres que compartían la
costumbre de hablar en voz baja. El miedo en sus voces. Y el miedo en sus ojos huidizos, para
no ver la sangre. Para no ver el miedo, huidizo también, en los ojos de sus familiares.
Era día de visita.
La mujer que iba a morir no sabía que iba a morir.
LA VOZ DORMIDA -capítulo 1-


Así comienza un libro maravilloso; una historia doliente y viva, plagado de personajes humanos que nos atrapan desde la primera letra. Os recomiendo encarecidamente esta obra de la que dice su autora, Dulce Chacón: "las heridas cubiertas no se curan jamás"; "Aquí se ha cicatrizado en falso. No se puede olvidar cuando te obligan".
Con esta novela,
Dulce Chacón defendió "el derecho a la memoria" de esas mujeres que lucharon en el frente con el bando republicano, que sufrieron la represión del franquismo y que padecieron "un hacinamiento bestial" en cárceles como la del Val, "un auténtico almacén de mujeres, donde se moría y nadie se enteraba".

Dulce Chacón nació en Zafra, Badajoz, en 1954 y es autora de los libros de poemas Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura (Premio Ciudad de Irún 1995) y Matar al ángel (1999). Además, ha escrito las novelas Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa de aquel varón (1998) y Cielos de barro, que le valió el Premio Azorín en el año 2000. En su novela, La voz dormida, Dulce Chacón cuenta la historia de unas mujeres que se vieron obligadas a guardar silencio en los años de la guerra civil española y en la inmediata posguerra, basándose sobre todo en testimonios orales recogidos por ella misma.


3 comentarios:

Mónica H. dijo...

Es una pena que la autora falleciera tan joven, dejándonos tan huérfanos de esa forma suya de contar historias. Esta obra es maravillosa.

Marta Jiménez dijo...

Ana!!he pasado por el blog y e decidido comentar!!
Me parece algo increible esto que has publicado,porque nosotros lo leemos y decimos pobrecillas,o vaya tela,pero si nos ponemos en el lugar de estas mujeres,años atras..vaya sufrimiento,vivir en silencio...

Ana Hernández dijo...

Mónica, no puedo estar más de acuerdo contigo.
Bienvenida al blog ;).
Marta, me alegro de que te sigas pasando por el blog, no sabes la ilusión que me hace. Este libro es maravilloso, no te lo pierdas, creo que sería una maravillosa lectura para este año ;)